lunes, 15 de noviembre de 2010

Héroes (Parte II)

Cuando en pleno partido, mi amigo Hino - hombre corajudo aunque un poco débil - se tiró al suelo y empezó a hacer muecas de dolor, todos nos preocupamos.

Especialmente su mamá, quién se encontraba en las graderias del estadio grabando con su cámara aquél trascendental partido en el que nos jugabamos el pase a la gran final.
Primero fueron gritos hacia el jugador que había cometido la falta, luego improperios hacia el arbitro y finalmente insultos hacia la madre del jugador y todos sus amigos y conocidos, presentes en el estadio o no.

La falta había sido fuerte y el pobre Hino no fingía su dolor, aunque exageraba un poco cuando se retorcía sobre su costado y hacía señas con una mano para que entrara inmediatamente el doctor.

Luego de unos segundos, el arbitro autorizó la entrada del doctor y éste se apresuró a tomar su botellita de spray frio.
No importa qué lesión tenías, si había sido golpe o estirón, en una pierna o en la cabeza: el doctor del equipo siempre te ponía un poco de spray. Y lo extraño del caso es que siempre, también, funcionaba.

Recorrió todo el campo apresuradamente, batiendo levemente el spray. Llegó finalmente con el herido. Batió nuevamente, aunque ahora con un poco más de fuerza, el spray, le apuntó a la adolorida pierna de Hino y disparó.
Lo que no había visto el doctor, apresurado como estaba, es que tenía mal agarrado el spray. La boca de la botella, por donde sale el líquido, no apuntaba hacia la rodilla del lesionado, sino, oh cosas del destino, hacia su propio ojo.

Al parecer el famoso spray que tan bien funcionaba para nosotros los jugadores, no tenía el mismo efecto en los no deportistas. O eso se puedo inferir de los gritos despavoridos que profirió el doctor, mientras se retorcía de dolor sobre su costado y levantaba una mano, pidiendo auxilio.

A Hino ya se le había quitado el dolor - que finalmente resultó sólo una estratégia para perder tiempo en un momento árduo del partido - y miraba incrédulo al doctor. Fué Hino quien finalmente ayudó a levantarse al doctor y lo acompañó, pasito a pasito, hasta el borde del campo de juego para que se recuperara.

Y todo quedó grabado en la cámara de la mamá de Hino para el eterno recuerdo, no del despistado doctor y su desventura, sino de aquellas épocas en las que, aún sin panza, nos jugabamos casi displicentemente, el pase a cualquier final.

4 comentarios:

JCMM dijo...

Puedo decir muy acertadamente que si el Dr. hubiera sprayado el ojo del Hino, podria haber acabado con un sin numero de frustraciones futbolisticas venideras; sin mencionar frustraciones de la hinchada.

Ahora bien... dijo...

JCMM: Totalmente de acuerdo. No quiero ni recordar el penal fallado en la final de la primera B que frustró la vida fotbolistica de algunos grandes.
Aunque el sprayaso talvez le hubiera dado algo de "buen ojo" para elegir equipos en el fantasy...

Fan de Hino dijo...

Por que no se van los 2 al carajo??? Ese tal Hino es un crack, gracias a él el fútbol boliviano tuvo grandes glorias y festejos!

Fan de Hino dijo...

y en el fantasy les va a dar una waska magistral!!!!!