lunes, 30 de agosto de 2010

Trabajar en American Airlines (Contras)

Juro que esto le pasó a un amigo mio. A mi no, en serio. No, no se rian, que aún ni he empezado. Y quitate esa sonrisita de la cara como diciendo...claaaro, a un amigo. Un amigo, dale, que no te voy a decir quien es. A lo mejor lo conoces y luego le preguntas y resulta que él, para deshacerse del problema, termina diciendote que fue a mi y no a él a quien le pasó.
A veces la gente para no pasar verguenzas le achaca sus problemas a los demás y dice cosas que no son, como eso de que algo le paso a un amigo suyo y no a él mismo. No, no, en este caso si le pasó a él, a mi amigo, y no a mi, en serio.

Pues resulta que este amigo vió bajar del avión, en silla de ruedas, a una viejita, de las bien viejitas. Y solo por buena gente, por ser una persona de buen corazón, noble, se le acercó y le ofreció su ayuda. La llevó por migración, luego por aduanas y finalmente él mismo se ofreció a ayudarle a llenar sus papeles de divisas, necesarias para entrar en el país.

La señora le ofreció una propina, que parecia buena, aunque eso nunca se puede saber porque los dolares son todos igualitos, verdes. El, lógicamente, se negó.

La viejita insistió: "Para agradecerte tus nobles servicios"-dijo.

El se volvió a negar, amablemente y sonriendo: "No puedo señora, es política de la empresa no recibir nada a cambio de nuestros servicios".

La señora volvió al ataque: "Bueno, mira. Si tu volteas para otro lado y yo pongo esta propina en tu bolsillo sin que te des cuenta, nadie puede culparte y yo me sentiría bien de darte una merecida propina"

Finalmente él aceptó solo para evitarle tristezas a la anciana. Miró para otro lado, sintió la mano de la viejita en su bolsillo, se despidió de la señora y tres horas más tarde se iba para su casa con los bolsillos vacios y la billetera robada.

Trabajar en American Airlines (Pros)

Me siento en la mesa medio distraido. Se me acerca la mesera y me sorprende con un cálido "Qué le sirvo, capitán?"

Rapidamente miro detrás mio, para ver a quién le está hablando, pero no hay nadie más en el lugar y ella está parada a mi lado viendome sin pestañear.
Aun dudando, le contesto un poco en voz baja "ehhh, un desayuno americano, por favor"
La mesera se va a la cocina y la oigo decirle a los cocineros "Desayuno americano con precio de descuento, para el capitán".

Yo, calladito, me quito la credencial de trabajador del aeropuerto y en su lugar pongo un pin de plata con las alas y el logo de American Airlines, que un capitan me ha regalado, me ajusto los lentes ray-ban oscuros y espero, sonriente, mi desayuno con precio de descuento para el capitán.