lunes, 12 de diciembre de 2011

Teresita

Lacrimosa dies illa,
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus.

Huic ergo parce, Deus :
Pie Jesu Domine,
Dona eis requiem.

...
A un año, recordándote.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Don Diablo

Esta mañana recibí la llamada más aterradora de mi vida.

Eran aproximadamente las 6:30 de la mañana cuando el teléfono sonó. No se cuántas veces habrá sonado el timbre del teléfono, pero se que fueron varias porque en mis sueños yo ya había empezado a soñar con campanas aterradoras de iglesias grandes y oscuras que sonaban de noche, causando sonidos estremecedores que se alejaban en el frio viento.
Estas campanadas no eran buenas. Habían despertado a los demonios del inframundo que aprovechando que la tierra seguía oscura y que nadie podría verlos porque no tenían cuerpo físico sino solamente Su Presencia, se acercaban ferozmente hacia el pueblo por sus calles empedradas. Se podía sentir el terror como un viento seco y frio que no profería ningun ruido pero que acaparaba cada segundo y cada centimetro de todas las cosas.
Estos entes endemoniados, de pronto, empezaron a moverse más rápido y a cubrirlo todo de Su Presencia. Fue entonces cuando supe que venían por mi, pero no había ya nada que hacer, solo esperarlos. Y cuando se acercaron y los pude sentir quietos, inmóviles a mi alrededor, como observandome, esperando solo un segundo más antes de atravesarme con una filosa uña, sentí como me temblaban las manos.

Desperté sobresaltado y con la respiración acelerada. Sentía aún los labios temblar cuando noté que el telefóno seguía sonando. Me levanté apresurado y contesté.

- ¿Don Diablo?- dijo la voz al otro lado de la linea.

Mi corazón, acelerado ya, latió aun más fuerte. Sentí que sudaba.

- ¿Perdón?- dije yo, queriendo que todo fuera una confusión, que haya sido yo el que oyó mal.

-¿ Don Diablo?- dijo otra vez con voz seca y fuerte.

No contesté nada. Quise decir algo pero las palabras no salían de mi boca. Respiré profundamente y temblando colgúe el auricular.
Me senté en el sillón buscando una respuesta a lo que acababa de pasar. El sol salía ya por el horizonte cuando volvió a sonar el teléfono. Me armé de valor y lo contesté.

- Disculpe señor- dijo la voz. No sé si tengo el número correcto. Me puede decir a dondi hablo?