jueves, 3 de diciembre de 2009

Héroes (Parte I)

Pocas veces he visto un sacrificio tan grande en favor de la reivindicación boliviana como la que hizo un dia como hoy, pero de 1998, el gran amigo y, ciertamente, héroe nacional, Puma.

Sentado al frente de la mesa, mirada perdida, concentrada, calmada, nadie podría pensar que él, Puma, estaba decidido a sacrificar su propia vida si era necesario en favor de la justicia, en favor de aquello que él creía, estaba seguro, era fundamental, no solo para unificar al pais, sino tambien para darle la fortaleza suficiente para que éste mismo se reivindique solo. Así pensaba este verdadero héroe, no me canso de repetirlo.

Nos encontrabamos en un pais extraño.
Puma, nuestro héroe, no había comido nada desde hace 3 dias, desde el mismo momento en que se enteró que nos invitarían a cenar y que la comida era buffete. Había perdido un par de kilos en esos dias pero esto no le molestaba en absoluto, tan convencido estaba de su misión.

Durante unos minutos no comió nada.
Inmóvil, sentado con los ojos rojos de tanta concentración, Puma dejó pasar las sopas, los panes, las ensaladas. Ni se inmutó cuando pasaron las carnes. Su objetivo estaba claro.

Esperó y esperó, hasta que finalmente nos invitaron a comer el buffette de mariscos. Sin apresurarse, Puma se levantó de sus asiento y se acercó a la bandeja de los camarones. Se sirvió, no uno ni dos ni tres platos rebosantes de camarones. Levantó toda la bandeja y sin ponerse nervioso ni mucho menos, se la llevó a su mesa.
Pacientemente, aunque con cierta celeridad, devoró la primera bandeja. Pidió otra. Se la pusieron en la mesa. La devoró también.

Las reacciones no se dejaron esperar. Antes de acabar siquiera la primera de las cuatro bandejas que finalmente este héroe se embutió, ya habían empezado a notarse las primeras ronchas alergicas. A la altura de la segunda bandeja, la hinchazón era evidente, la cara estaba roja y Puma comía con una mano y se rascaba con la otra.

Cuando terminó la cuarta bandeja, Puma, nuestro héroe era solamente una sombra de si mismo. Tuvimos que cargarlo entre cinco personas para llevarlo al hospital. Antes de que cerrasen la puerta de la ambulancia, Puma, héroe nacional, boliviano de hueso colorado, pidió un ultimo camarón, esta vez sin pelar, para el camino.