sábado, 1 de noviembre de 2008

Dia de Muertos

En la puerta, un luminoso camino marcado por flores amarillas y moradas, velas e inciensos, dirigen a nuestros muertos hacia la casa. Es algo así como las señalizaciones de las autopistas, solo que aqui seguramente no te detienen por exceso de velocidad ni te pierdes irremediablemente si te pasas la salida.

Cada muerto va a visitar a sus familiares. Si son muchos, sólo se quedan un ratito con cada uno y siguen el viaje.
Si no son tantos, podrán detenerse a platicar más tranquilamente, fumar un cigarro con calma, sin importar que no tengas tanto tiempo para atenderlos.
Es sábado, pero uno tiene cosas que hacer, tareas pendientes, disculpame una hora querido muerto, tengo que salir a comer, ya regreso.

Nuestros muertos vienen de visita solamente un dia al año, pero llegan hambrientos, sedientos y antojados. Me imagino que el resto del año no deben de comer tan bien. El viaje además debe ser largo, de lo contrario vendrían de visita un poco más seguido.

Este año mis muertos llegaron al rededor de la 1 de la tarde, justo cuando acababa de ir al mercado a comprarles comida y empezaba a poner la ofrenda. Tuvieron que esperar parados mientras cortaba los pétalos de las flores y acomodaba la mesa.

Aproveché el momento para presentarles a los muertos de Chucho. Se les dió leche mientras esperaban y enseguida empezaron las anécdotas del viaje. Al parecer hubo mucho tráfico. "Es que cada vez hay más muertos" dijo mi Mama Vieja.
Al parecer, al igual que aquí, los caminos cada vez tienen más baches y no hay nadie que se responsabilice si, digamos, uno pisa mal en un hoyo y se tuerce el tobillo.

La comida fue simple, pero al parecer todos estuvieron encantados. Saborearon el pan de hojaldra, tomaron café. De postre comieron chocolates y calaveritas de azúcar y ahora, mientras escribo esto, los oigo reir y platicar aménamente mientras fuman un cigarro y se toman una cerveza.

Estoy encantado de tenerlos aqui y espero ansioso tenerlos de vuelta el próximo año para que disfruten, en calma, de los placeres de este mundo: los amigos, la música y la buena comida.

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